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El gozo del color
Es lo primero que los cuadros de Marida Maccari te comunican.
Ya esto te lleva a una dimensión en la que vivir es un juego de placer.
Así descubres, muy fácilmente, que Marida ama la Belleza.
Que la Belleza es la cara de la Vida y del Ser.
Que sus ojos saben recogerla.
Aquí está el segundo paso: Marida acerca el recorrido del arte dentro de un camino espiritual.
Su rumbo, su cuento, la novela ilustrada por sus cuadros son el diario de a bordo de una mujer que busca un sentido, que escucha a su ánima, que aceptó una llamada.
De alguna forma es el diario de un Guerrero de la Luz. En la gentileza, en la dulzura.
Como quien se abandona, al femenino, dejándose guiar por el misterio.
No es casual y tampoco insensato que en esta peregrinación su encuentro con Paulo Coelho haya tenido un papel importante.
Porque estos cuadros no son simples objetos. Son meditación y celebración.
Marida se detiene y celebra. Se detiene y medita. Reflexiona, para sí y para los demás, sobre el milagro que acompaña los días del viandante.
Se entrega también a sus cuadros que se convierten en ritos de confianza.
La misma confianza que dona, involuntariamente y sin intento, a todo el mundo.
Muchos rumbos llevan allá donde el corazón quiere arribar. El recorrido del arte es uno de éstos.
Marida demuestra cómo el recorrido del arte expresa el viaje a través del estilo de la belleza, de la gentileza y de la confianza. El color anuncia otra posibilidad con respecto a la lucha, a la ética, a la ciencia.
El hecho de que entre las muchas maneras de enfrentarse a la historia humana, hay una que se expresa a través de la sonrisa Marida nos lo demuestra con sus colores. |